La torre Eiffel, la estatua de la Libertad, el Partenón, el Coliseo romano… Estos emblemas no sólo nos recuerdan nuestro deseo de ser inmortales. También nos hablan de la capacidad para crear, para superarnos, para desafiar el paso del tiempo, la erosión de la memoria, la prevalencia de lo inmediato por sobre lo imperecedero. ¿Qué nos enseñan estas creaciones de la Humanidad? Que sólo depende de nosotros construir algo más grande que nuestra sed de gloria. Que aquello que nos sobrevive debió ser creado alguna vez por manos mortales. Una enseñanza profunda que nos invita a reflexionar acerca del aquí y ahora, nuestro lugar en el mundo, y el legado que pretendemos dejar para quienes nos sucedan en el camino de la vida.